Esto comenzó cuando mi papá, ejidatario, decidió que teníamos que aprender a trabajar la tierra porque de los tres hermanos hombres que éramos ninguno había mostrado interés, yo siendo el más chico tenía unos 19 años. Cuando llegamos al monte, literal teníamos que explorar la tierra para nuevos cultivos, mi papá y sus compas se empecinan en llevarnos por sendas perdidas entre los árboles.
Mientras caminábamos todos en fila yo me quedé hasta atrás, y justo delante mío iba caminando Fer, uno de los hijos de los ejidatarios, habíamos crecido juntos solo que fuimos a prepas diferentes y en algún punto dejamos de hablar, solo a veces hablábamos por Facebook. Así que ese día me sentía raro con él porque quería hacerle platica pero a la vez era un poco incómodo porque vivíamos en el mismo pueblo pero no nos hablamos hasta ese día.
En algún momento, mientras íbamos de regreso hacia la carretera, yo me paro para respirar mientras veo que los demás continúan, pero a mi me valió madres y me senté en una piedra. Yo estaba emputado, había chingos de mosquitos, estaba empapado en sudor y mis putos tenis no habían aguantado el camino del monte. Cuando de repente escuchó la voz de Fer que se acercaba y decía: "tranquilo primo (la gente en mi pueblo se dice primo aunque no lo son), no es todos los días, ya casi llegamos". Solo le sonrió incómodo y le digo que no estoy acostumbrado. Entonces me ofrece el sombrero que traía y veo que su pelo y su cuerpo está empapado en sudor. Fer se sienta a mi lado en la Roca, casi no cabemos así que está muy junto. Siento su calor y un olor muy fuerte a hombre sudado. Veo que abre su camisa de cuadros dejando ver su pecho moreno. Fer llevaba jeans, botas y un cinturón de cuero. Pero solo lo miraba de reojo porque nadie sabía que me gustaba la riata y no quería cometer una estupidez, pero noté que tenía un tatuaje en el hombro. "Te gusta primo, me la hice hace poco" dice mientras se quita la camisa y me muestra su tatuaje. Mientras me explicaba su tatuaje no lo estaba escuchando, más bien me distrae viendo su cuerpo lampiño y moreno, sus pezones que estaban bien parados, su cuerpo trabajado por las labores del campo y también vi que su pecho y su panza eran de un tono de piel más blanco que su cuello y sus brazos. Cuando dejó de hablar yo le contesté que yo no pensaba hacerme ningún tatuaje.
Siguió intentando hacerme platica pero la verdad yo solo quería irme a mi casa. En eso veo que se levanta de la piedra, se pone la camisa aunque no se la abotona y agarra su sombrero de mi cabeza. Me fijé que era algo reactivo, como si de repente estuviera emputado. Entonces de pie frente a mi veo que empieza a sobarse el paquete.
Mientras Fer me platicaba que esos montes casi nadie las visitaba porque estaba muy alejado del sendero principal y que era muy fácil perderse si nunca habías pisado ese lugar. Mientras seguía sobándose hasta que yo le miré a los ojos para comprobar mis sospechas. Y sí, Fer me estaba sonriendo mientras se acercó a mí y me dijo: "quiero que me la mames, así como en los vídeos porno". Y dicho y hecho, se desabrochó el cinturón y yo me apresuré a abrirle el pantalón y bajarlo junto con su bóxer. Lo primero que sentí fue el fuerte olor que salía de aquella verga flácida, estaba circuncidado, la piel de la base era negra con un chingo de vellos, pero conforme llegaba a la punta se hacía más clara hasta llegar a su glande rosada. Creo que vio que me quedé pasmado porque me dijo: "¿Que, apoco no habías visto una verga?". Yo ya estaba saboreando aquel pedazo de carne cuando escuchamos un ruido muy de cerca, como hojas secas al ser pisadas. Yo me alarmé, pero Fer me dijo que me tranquilizará, que seguro era algún animal, que mi papá y sus hombres ya estaban seguramente donde las camionetas y sabían que Fer no podía perderse, así que seguro nadie volvería a por nosotros.
Con esa garantía yo me sentí libre de saborear aquella verga que estaba cada vez más dura y babosa. Use una mano para sostener su pene y guiarlo a mi boca y con la otra me empezaba a masturbarme por encima de mi pantalón. Fer me acariciaba el cabello mientras veía como lamia el tronco de su verga y luego daba chupetones sobre su glande, de vez en cuando sacaba los pelos de mi boca. Intenté chuparle los huevos pero me dijo muy firme que los huevos no. Seguí chupando hasta que me dijo otra vez que quería como en los vídeos porno, quería que me recostara boca arriba sobre la piedra y que el me cojiera la boca. Y así lo hice.
Pensé que como ya había mamado verga varias veces, lo lograría pero no. Es más difícil de lo que parece. En un momento casi me ahogo y ya no me estaba calentando la situación. Se lo dije a Fer y me dio una hierba que sacó del pantalón, me dijo que lo mastique y que me tragara el juguito. Al poco rato ya no sentía la lengua. Me dijo: "ahora sí, te puedo coger el hocico a gusto". Y funcionó, ya no sentía arcadas cuando me la dejaba ir hasta el fondo, yo empecé a masturbarme muy rápido porque sentía mi propia saliva saliendo de a chorros de mi boca y me caía por la cara. Los huevos sudados de Fer que chocaban contra mi nariz y sus gemidos, uff, no le importaba gemir fuerte, nadie nos escuchaba.
De repente me la mete hasta el fondo y grita de placer. Siento como su leche inunda mi garganta y se cuela por el poco espacio que queda entre mi garganta y su verga, hasta expulsar semen con violencia sobre mi cara. Siento que su leche se cuela por mis vías respiratorias y comienza a salir por mi nariz. No podía respirar y me incorporé rápido. Comencé a toser como loco y poco a poco volví a respirar bien, me lloraban los ojos y no había podido correrme. Mientras Fer sólo se carcajeaba y se limpiaba la verga. Yo ya estaba más tranquilo aunque todavía estaba escupiendo semen inclinado sobre la Roca, en eso Fer se me pega por detrás, siento su verga contra mi culo y me susurra al oído: "No te preocupes primo, la boca dormida ya se te va a pasar, y cuando quieras terminamos el trabajito, para que tu también lo goces, pero mientras vámonos que ya es tarde". Y diciendo aquello, se subió los pantalones y lo vi perderse caminando por el sendero, con la camisa al hombro. Se le veía una espalda trabajada y un culote de macho. No me lo pensé y me la jale pensando en lo que acaba de pasar y me corrí bien rápido. Cuando llegamos a las camionetas ya todos nos estaban esperando y se burlaban de mi por ser bien princeso. En el carro mi papá me pregunta si volvería a ayudarle y yo muy decidido le digo que sí, pero que quería que Fer me siguiera enseñando como se hacen las cosas en el rancho.
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